Al pie del Volcán: Del slam al golpeteo y bajezas grises

 
 
 
 
Por: Felipe Díaz Cortez.
 
Como lamentable puede calificarse lo ocurrido en las Fiestas de Mayo en Manzanillo, durante la presentación de El Gran Silencio, cuando cierto número de asistentes decidió ponerse a ritmo con las canciones que interpretaba ese grupo, y empezaron a bailar slam, que es un tipo de baile, que algunos consideran agresivo y que se realiza en cierto tipo de conciertos, el cual se caracteriza por empujones, chocar entre sí, y a veces, saltar o hacer acrobacias dentro de un espacio llamado "mosh pit" o "pit”; eso ocasionó que algunos policías municipales, en su afán de poner orden, cometieran el error de rociar con gas pimienta a algunos asistentes.
 
Este hecho se magnificó demasiado y no tanto para cuestionar el mal proceder de los elementos de la policía municipal, sino para golpear mediática y políticamente a la presidenta municipal de Manzanillo. Es cierto que a los elementos policíacos les faltó sentido común y hasta capacitación acerca de cómo proceder en esos casos, pues su desconocimiento acerca del ambiente en esos conciertos, provocó que se confundieran y actuaran como si los agredidos estuvieran cometiendo una falta a la autoridad, que no fue tal. Afortunadamente el hecho no pasó a mayores, ni hubo personas lesionadas, incluso el concierto se reanudó a los pocos minutos.
 
Debe destacarse que el Ayuntamiento de Manzanillo se ofreció a continuar con la atención médica para los afectados y a su vez, por medio de la Dirección de Seguridad Pública, a analizar el proceder de los policías y en su caso, sancionarlos. En redes sociales, por la expresión de la mayoría de los asistentes a este concierto y hasta El Gran Silencio entendieron lo que ocurrió, como el caso de la usuaria Cecilia Flores, quien en su cuenta en Facebook refiere que “me da la impresión de que a nuestros guardias de seguridad pública les faltó cultura musical”. Mención aparte merece el presunto consumo de cannabis por algunos asistentes, mismo que también debe ser investigado, y aunque fuese confirmado tampoco justifica el uso del gas pimienta.
 
El caso es que no lo entendieron así quienes buscaron aprovechar y sacar raja política de la situación, como es el caso de la expresidenta municipal Griselda Martínez y de la ahora regidora de consolación, Martha Zepeda del Toro, a quienes las mueve la víscera, un afán de venganza por la estrepitosa derrota electoral sufrida el año pasado que les truncó su “inflada” carrera política. Desde entonces, a tiro por viaje, cuestionan cualquier situación con la que consideran puede verse mal a la alcaldesa porteña. Son capaces de todo con tal de golpearla mediáticamente y bajarla de las preferencias electorales rumbo al 2027, para ello utilizan a algunas locuaces que se sienten periodistas y en especial a un comunicador, Óscar Adrián, que se las da de ejercer un periodismo objetivo y analítico, pero con tal de quedar bien con la mano que le da de comer, hasta creó un canal de “stickers” con los cuales intenta ridiculizar a la gobernadora y a la munícipe de Manzanillo. 
 
Una cosa es reconocer que en la tocada de El Gran Silencio la policía municipal no estuvo a la altura de las circunstancias, pero otra cosa muy distinta es acusar represión y desinformar a la sociedad con un claro objetivo político. A ellas y a sus pseudoperiodistas de pacotilla las mueven el odio, los comentarios subjetivos, la violencia verbal, pero jamás la razón. Son incapaces de hacer crítica constructiva y de apostarle a que a Manzanillo le vaya bien. La realidad se encargó de poner las cosas en su lugar y evidenciarlas como ruines, tanto a ellas como a su gavilla de pseudocomunicadores que insisten en defender a un proyecto político que fracasó fuera de la 4T y del Obradorismo. Las pruebas saltan a la vista.